La mejor producción de Talleres en el torneo. Victoria 4 a 0 ante un débil Ferro de General Pico, pero con ideas claras. Rotación y presión los valores principales. Cambio de cara. Y de yapa, llegó a la cima de la tabla.
La figura
Agustín Díaz (7). Se debía un partido así. Gol para abrir camino a la victoria, pero sobre todo, cerebro en el ataque y en el equilibrio. Criterioso con la pelota, fue el eje del equipo.EL árbitro
Adrián Franklin (Bien). Cerca y atento en las jugadas, no necesitó impartir autoridad para ser respetado.La clave
La presión permanente y la vocación de ataque le dieron frutos a Talleres. Se notó la intención de jugar. Y el compromiso de todo el equipo con la causa.19
meses pasaron para que Talleres volviera a ganar 4 a 0. La última vez, el 23 de marzo de 2013 ante San Jorge de Tucumán.
El calor agobiante y las altas temperaturas quizás no permitieron un marco más concurrido para ver la mejor versión de Talleres. Presionó, siguió insistiendo incluso con el pleito liquidado, instinto e impronta que llevan el sello de su técnico, quien celebró su primer festejo al frente del equipo. Vocación de ataque, hambre de juego, y cada concepto o corrección, Hoyos los anotó en un papel al que nunca dejó en paz en los 90 minutos. Diego Martínez decoró la victoria, con la sensación de que cualquier jugador podía lucirse en el partido si se lo proponía. Hubo compromiso (festejo de todos los protagonistas menos el arquero en cada gol) y al término del primer tiempo, sin mediar espacio, en fila india ingresaron trotando al vestuario. Postales de un grupo que la vergüenza propia les hizo mella y que se convenció de que el ascenso es algo más que una revancha: una cuestión de actitud. De mentalidad y convencimiento. Y jugando con la filosofía que mostró, el sueño está cerca.