Batista deberá luchar contra Maradona.
FUENTE FOX SPORTS. Es la hora del “Checho” Batista. Entre otras cosas, deberá batallar con un “contra” especialísimo: Diego Maradona, quién no termina de digerir la idea de haber quedado fuera de la conducción del seleccionado. Chicanas tan mínimas como folclóricas frente al desafío que implica ganar la Copa del Mundo, nada menos que en Brasil. Este columnista hace un pacto metafísico por su alma con quién haga falta, si a cambio le garantizan ver a Messi levantando la Copa en tierras de Pelé, Zico, Sócrates, Ronaldinho, Ronaldo, Dunga, Lula y los Roberto Carlos, el lateral, y el del millón de amigos.
“Si Batista se viste de Piñón Fijo (nombre de ficción de un conocido y muy querido payaso que condujo programas infantiles en la televisión argentina) por ahí hace más feliz a Messi”, dijo Maradona, poco antes de abordar un avión que lo conduce a China para ofrecer una serie de charlas.
Grondona y Maradona jugaron una partida de ajedrez después de la eliminación argentina en Sudáfrica.
El veterano dirigente le ganó en sagacidad al magnífico ex futbolista, cuya trayectoria (Mundial en México 86 y finalista en Italia 90) fue clave a la hora de fortalecerlo en el concierto del “poder mundial del fútbol”.
Grondona fue capaz de prever los movimientos de Maradona y terminó imponiéndose en la partida con un inobjetable jaque-mate.
“Si me tocan a alguien me voy”, amenazó Maradona. Grondona le “limpió” no a uno, sino a todos sus colaboradores.
Cuando su ex esposa, Claudia Villafañe, le dijo al experimentado dirigente: “Diego viene solo”, ya era ya demasiado tarde.
“Yo soy el vicepresidente del mundo” suele bromear “ma non troppo” Julio, haciendo referencia a su condición de segundo de la FIFA.
Maradona ha tenido mucho que ver en la hechura de semejante poder.
Acaso, por eso el ex futbolista jamás imaginó que Grondona lo dejaría fuera de juego.
Grondona tiene una lista interminable de reproches no sólo futbolísticos para todo el entorno que acompañó al ex entrenador en Sudáfrica, empezando por Alejandro Mancuso.
“Los ex integrantes del cuerpo técnico no sólo tienen prohibida la entrada al predio de la AFA: la tienen clausurada”, bramó Marcelo Araujo, relator del Fútbol para Todos, el acuerdo que tiene como partes a Grondona y la AFA, por un lado, y al gobierno nacional, por el otro, cuando la aparición de Diego Maradona en “La Última Palabra” y una serie de encuentros con el extinto ex presidente Néstor Kirchner parecían perfilarlo en la carrera por el nombramiento del nuevo director técnico.
Para ese momento, hacía tiempo que Grondona y su círculo íntimo habían tomado la decisión inclinando la balanza por Checho Batista.
Batista garantiza cierta mínima gobernabilidad en lo que se refiere al seleccionado que viene, de una exposición a imagen y semejanza de su ex entrenador Diego Maradona: volcánica.
Y cuenta, además, con la bendición del grupo de futbolistas que lo conoce tras sellar un pacto emotivo y ganador en los Juegos Olímpicos de Beijing.
No es casual que Maradona, finalmente afuera, “dispare” contra Batista y, de coté, contra Messi, aunque en este último caso cuide, aunque mínimamente, las formas.
Messi se aseguró de dejar claro para todos que su preferido era Batista. Lo hizo pública y privadamente. También lo hizo su padre, Jorge Messi, interlocutor siempre escuchado con atención por Julio Grondona y los suyos.
Grondona confía en Messi desde 2006. Memorable y humillante fue el reto que le pegó a José Néstor Pekerman en los momentos posteriores a la eliminación en Berlín, a mano también de los alemanes, pero aquella vez sin baile ni goleada sino por penales amargos.
Pekerman, recordamos, no lo puso en aquel partido de cuartos de final y se ganó la durísima bronca de Julio Humberto I de Viamonte.
Por eso Batista.
Porque Messi ha sido el gran elector, en una determinación que carece absolutamente de precedentes. Que una estrella sea decisiva en la designación de un técnico de selección nacional era algo impensado en la Argentina, hasta que aconteció este episodio.
Es la última gran apuesta de Julio Grondona, quién hasta último momento y a pesar de algunas aisladas voces que esta vez se animaron a reclamar por otro camino (Vélez y Lanús, en las voces de sus dirigentes Raffaini y Russo, respectivamente) impondrá su inquebrantable voluntad.
Como cronista he seguido a la Argentina desde el Mundial 82 hasta este último de Sudáfrica 2010, delicioso en su organización y el cariño de su gente.
Hubo todo tipo de conductores para el equipo argentino, que no paró cuesta abajo en su rodada después de Italia 90, incluyendo y sumando a los fracasos futbolísticos algún que otro papelón fuera de la cancha.
Por eso, habiéndome “quemado” con tantos y tan diversos “modelos” de conducción (Menotti, Bilardo, Bielsa, Pekerman, Passarella, Basile y Maradona) no puedo sino concluir con un pensamiento de irracional y futbolera esperanza: ¿y por qué no Batista? TEXTO.ELIO ROSSI
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